Gracias a Brokeback Mountain... una vez más

Nos vemos poco, porque nuestras vidas no nos permiten encontrarnos mucho más que una vez al año, con suerte dos, pero nunca perdemos contacto, siempre hay un e-mail, un saludo de cumpleaños, del día del Amigo, de ¡Felices Fiestas!

En todos esos encuentros esporádicos, siempre lo vi bien, pero no sabía hasta qué punto mi mirada me engañaba, porque en su ojos también siempre vi un silencio que mi paciencia no podía descifrar, no encontraba la manera de conocer lo que mi alma sí sabía, no podía confirmar lo que desde algún momento intuí.

Pero este viernes él salió del closet para mí: a boca de jarro, sin dar más vueltas, de sopetón y con un dejo de pudor... mas su pudor no era por lo que me decía (que tiene muy asumido hace años) sino porque me lo decía "a mi". Y yo que lo esperaba, me alegré de saberlo, me alegré de estar allí, me alegré de ser su amiga.

Así que hoy tengo algo más que agradecer a mi querida Brokeback Mountain, porque nos dio la oportunidad y la ocasión de que me abriera su corazón y en esas cuatro horas que compartimos charlando, por fin ya en sus ojos no había silencio: vi dulzura, picardía, desenfreno, pasión, ternura... Amor.

Pero algo se mantuvo inalterable: él es mi Amigo y lo quiero. Y eso nunca cambiará.