Cada día...

...extraño nuestras mañanas de desayuno, el sol entrando por la ventana y tus galletitas untadas con mermelada.
...extraño la forma de tus manos que mis manos tan sólo imitan levemente, la tersura de tu piel que en mi piel jamás encuentro;
...extraño tu risa que a veces se escapa en medio de la mía e inevitablemente me estremezco, a veces feliz de que al menos eso esté en mi, a veces triste porque sólo eso está aquí;
...extraño nuestras charlas;
...extraño pensar en qué regalarte;
...extraño sinceramente que no estés al otro lado del teléfono... si... porque aún sigo teniendo el impulso de llamarte para contarte lo malo y lo bueno...
Escuché decir que aunque se dice que nadie sabe ser padre, en realidad algo ya se aprende cuando somos hijos...
También escuché que nadie tiene los padres que quiere y que con suerte se puede tener al menos, los padres que verdaderamente necesitamos...
Y todo es cierto: aprendí y ahora enseño, me equivoco y acierto pero, ante todo como vos, hago el mejor esfuerzo. Porque nada es perfecto, pero en esa imperfección está la esencia de este misterio de padres, madres, hijos... amar "a pesar de todo" y "sobre todo"...
Si... definitivamente te extraño... pero a su vez, te encuentro tan dentro mío que no me cabe la menor duda que ni en el peor de los momentos, estaría sola.