Luego del “vamos” no hubo otra palabra... los besos y caricias fueron apagándose, la ropa a su lugar, se sacudieron la arena, una mirada furtiva y el silencio.
Habían ascendido hacia la calle y Marco se giró desde lo alto y miró atrás: sus formas estaban impresas en la arena gris y sus huellas los alcanzaban. Sintió un vuelco en el estómago. Cuando se volvió otra vez, Andrés estaba mirando hacia el suelo, las manos unidas por detrás, mientras dibujaba con su pie en el polvo de la vereda. “¿Qué pensará?”
Al alcanzarlo siguieron a paso más rápido, Andres buscó las llaves, subieron y comenzaron el regreso.
Ambos la mirada al frente. De haber podido, Marco ni siquiera hubiera respirado, el silencio invadía su propia mente, sólo estaba el rosado del cielo amaneciendo y el azul del asfalto. No veía la vera del camino, ni a Andrés a su lado.
“Música” se dijo y extendió la mano para encender la radio.
Andrés tuvo la misma idea.
El roce de sus manos.
Suspiros, sonrisas. Marco retiró la mano y se acodó en el apoya brazos de su puerta.
El pensamiento se abrió como una flor ante él... emergieron imágenes, los sonidos crecieron a su alrededor, los gemidos, los suspiros, las palabras... “¿Paramos?” “...algo no cuadra” “Pero ¿por qué le dije que algo no cuadraba?” “Porque me muero de miedo” “pero también me muero de ganas” “¿de qué?” “nunca me fijé en un tipo antes... ¿o si? Pero no me calentó ¿o si?” “No, estoy tan seguro, como de que ninguna mina me hizo poner así jamás” “¿Y si le digo que paremos?”
- Marco, tranquilo. No te tortures más.
“Madre Mía, ¿hablé en voz alta?” – ¿qué?
- Estás con el ceño fruncido... no teníamos que seguir... mirá, no quiero que por esto...
- ...
- ¿entendés?
- No se...
- ¿qué?
- ¿sos gay?
- Si
- Pero estabas con esas chicas...
- Te estaba haciendo la gamba...
- ¿Y hasta donde ibas a llegar?
- No mucho más lejos.
- Yo no soy gay.
- ...
- ¡En serio!
- Ay, parecés el de la película de los vaqueros.
- Fuerte.
- ¿El vaquero?
- ¡Andrés!
- Ja ja ja ja ja... Relajate ¿querés? No sos el primer tipo al que le pasan estas cosas... a ver, dale, contame... ¿qué sentís?
- Que te comería
- Ja ja ja ja ja... ¿y qué más?
- Que me muero de miedo.
- Mirá... a mi me gustás. Mucho, para qué te lo voy a negar... pero se nota que no estás listo para “jugar fuerte”...
- ¿Entonces?
- Yo puedo esperar Mark y cuando sepas qué querés... se verá si seremos amigos o algo diferente.
Marco no respondió, se arrellanó en el asiento y por primera vez en ese fin de semana se sintió tranquilo de estar donde quería, como quería y con quien quería, “es un buen tipo y sea como sea... espero seguir siendo su amigo”.
Al rato pudieron conversar de otras cosas, del parque que vieron, del jardín de Marco, de especies vegetales, de algún caso del estudio jurídico... cuando menos lo pensaron estaban entrando a la General Paz.
- Llegamos justo para el almuerzo... ¿venís a casa?
Nuevamente un vuelco en el estómago... Marco se sintió tan mal como bien. - Dale! – y no se permitió sentir miedo – ¿Y qué comen los domingos?
- ¡Pasta! ¿Qué otra cosa podríamos comer en casa de tanos?
- Ja ja ja ja ja!!! ¿siguen tradiciones?
- Absolutamente, los dos son hijos de italianos y ... – Andrés se largó a hablar de las costumbres de su familia y Marco se concentró en ello, se divirtió enterándose cómo era la vida en una familia de tradiciones. Sus viejos siempre fueron poco costumbristas, nada de grandes cenas para fin de año, ni acontecimientos ruidosos...
Llegaron. Los Di Salvo vivían al lado del Vivero. El jardín familiar, lleno de plantas, sin ningún orden, era casi selvático, pero colorido y exhuberante.
- “En casa de herrero, cuchillo de palo”... en nuestro jardín no hay paisaje, solamente muchas plantas que fuimos haciendo.
- ¡Me encanta Andrés!
Andrés, se puso serio, dio un paso atrás y alcanzó a Marco... - te lo tengo que decir o reviento... cada vez que me decís “Andrés”... te mataría a besos... Pero dije que puedo esperarte y voy a esperarte. – y volvió a adelantarse llamando a su madre. – Vieja! Ya volví!
Marco quedó donde estaba, no pudo dar un paso más, se sintió mareado, dulcemente mareado... Andrés lo daba vuelta como nadie en su vida... “y yo te comería a vos desgraciado” suspiró... y no pudo menos que sonreir... sea lo que sea lo que le estaba sucediendo... no lo hacia sentir mal, todo lo contrario.
Un riquísimo aroma a tuco llevó de la nariz a Marco por el zaguán hasta la cocina. Allí una señora bajita, gordita y de sonrisa plena le extendió sus manos blancas, frescas y suaves, la piel delicada era una delicia al tacto.
- Bienvenido! Así que vos sos Marco, Andy habla de vos y tu jardín desde hace meses. Le diste ganas de diseñar otra vez. Un milagro…
- Mami! Dejalo tranquilo ¿si? Venimos reventados del viaje. Voy a cambiarme ¿te presto algo o preferís buscar en tu bolso?
Un cosquilleo interno lo hizo decidirse por ropa prestada y fueron juntos al cuarto de Andrés. Lejos de haber “algo” allí, Andrés le dio una muda de ropa y se retiró al baño para cambiarse él allí.
Marco quedó un poco desilusionado… tenía ganas de jugar aunque ese juego fuera tan peligroso, “pierdo la razón” se dijo mientras se cambiaba. A su alrededor era caótico y ordenado… le pareció muy propio de Andrés: libros, textos, música, películas, en cualquier lado… pero el placard ordenado por colores, tamaños y texturas. Esas cosquillas no lo dejaron quieto… tuvo que ir hasta el placard y tuvo que oler su ropa. Volvió Andrés y lo encontró en plena faena. Marco se puso rojo y Andrés se rió de buena gana.
- ¿Haciendo travesuras Mark?
Entonces Marco se adelantó hacia él, se puso a un palmo de su cara y le susurró – yo también te lo voy a decir porque si no, como decís vos, reviento: cada vez que me decís Mark me ponés a volar y no sé cómo me controlo.
Andrés acusó la noticia subiéndosele los colores a él. Se besaron. Incontenibles. Sin pensar…
- Aun creo que no estás listo.
Y se fue, Andrés lo dejó allí, de piedra y como una piedra…
En el almuerzo fueron cerca de 18 personas, en realidad Marco no pudo contarlos a todos porque los chicos no dejaban de moverse. Andrés tenía tres hermanos mayores (dos mujeres y un varón) y dos hermanitas menores, la más chica de 16 años. Los mayores estaban casados y tenían hijos. Era una familia ruidosa, alegre y pendenciera a veces… pero las risas eran las más. El padre de Andrés sentado en la cabecera miraba a todos con cariño, tenía buen trato con todos y tenía tema de conversación con cada uno. “Conoce a cada uno de sus hijos, con razón Andrés los quiere tanto”.
Al finalizar la comida, algunos ayudaron a levantar plantos, otros a lavarlos, los papás de Andrés salieron al patio y bajo la parra tomaron un poco de fresco. La hermana más chica, Sandra, se acercó a Marco en un momento que quedó solo y le dijo rápidamente “sos el primer chico que mi hermano trae a casa… debés ser especial para él” y guiñándole un ojo salió corriendo hacia su madre que la llamaba. Nuevamente el vuelco en el estómago, nuevamente esa sensación de estar plenamente mal y bien a la vez.
El padre de Andrés lo llamó y se reunieron bajo la parra. La señora fue con su hija más chica hacia otra parte conversando en voz baja.
- La verdá que osté no parece, eh… - el acento un tanto italiano le causó simpatía a Marco pero lo que le decía lo inquietó – ¿come dicce Andrea? “Gay”… Buono, mi Andrea tampoco parece…
- ¿Andrea?
- Si, Andrea, mi filio.
- Ah… ¡Andrés!
- Si, si, en Aryentina le dicen Andrés, ma io le digo “Andrea” en italiano, ¿comprende?
- Si. Pero yo…
- Osté no es…?
- Papá! Qué le estás diciendo a mi amigo?
- Y buono, io quería sabere, el es tuo enamorato?
- …
- Si, lo soy… - Marco sonreía y miraba a Andrés con picardía. Pero a Andrés no le causó gracia. Y le hizo seña de que se alejaran. El padre de Andrés asintió y se levantó extendiéndole la mano. Marco quedó en medio y respondió al saludo.
- Benvenuto a la famiglia! Era hora que mi figlio fuora felice.
- Gracias señor.
- Mingo, io sono Mingo, con el tempo, espero que me llame “papa”.
- “Papa”… ¡basta! Dejame hablar dos palabras con Mark ¿si?
El padre se fue rumiando en italiano, pero Marco llegó a comprender que estaba consternado con su hijo, decía algo así como “busca que lo entienda y cuando lo entiendo se pone nervioso”.
- No estás seguro. No metas a mi familia en esto. Todavía no sabemos qué va a pasar entre nosotros. ¿Por qué le dijiste a mi viejo que sos mi …?
- ¿Enamorato?
- Si, eso.
- Porque es lo es. Sea lo que sea no puedo negarlo.
- ¿Qué no podés negar?
Que me gustás.- … - Andrés sólo lo mira. Sin gestos. Silencio.- Mucho.- … - Andrés se tienta de risa, se dulcifica su mirada y toma el rostro de Marco entre sus manos. Lo besa. Cuando el beso culmina en abrazo, Marco ve que Sandra los está espiando.- Creo que tu hermana tiene mucha curiosidad sobre vos y yo…- Mejor vamos a otro lugar ¿si?- ... ok.
Se despidieron rápidamente de todos y se fueron.
Al bajar del auto, sobre el tejado nuevamente Marco vio asomarse al Jacarandá… le pareció sentir un aroma dulce, la frescura de la tierra mojada por la lluvia. Sensaciones que se le quedaron impresas aquella primera tarde a solas con la casa. Andrés se paró a su lado y disimuladamente le acarició el dorso de la mano, trayéndolo al presente. Para Marco fue una simple chispa que lo encendió totalmente. La caricia fue mutua, sensual, caliente. Lo tomó de la mano y juntos recorrieron el sendero...
La vecina de al lado los saludó, Andrés se soltó presuroso.
- Qué lindo lo que están haciendo en el jardín... ¿van a trabajar?
- Si.
- Bueno, ahora les alcanzo un mate ¿les parece?
Fueron al jardín y sin mediar palabra, ambos comenzaron a hacer un par de hoyos en la cerca. el calor, los mates y los sentimientos los hicieron entrar en calor, así que ambos se sacaron las camisas.
La vecina cumplió su palabra y les cebó una pava de mate.
- Voy a calentar más agua.
- Ok. - respondieron ambos.
Permanecieron trabajando un rato más. De pronto Marco tiró la pala a un costado y caminó hacia la casa. Andrés quedó con la mirada fija en el jazmín que plantaba. La pala cayó a un costado y el jazmín quedó inclinado. Andrés a grandes zancadas llegó a la sala de estar. El sol había encandilado su vista y no lograba distinguir dónde estaba Marco. Luego lo vió, contra la mesada de la cocina. Fue hacia él. Apoyó su pecho contra la espalda de Marco y con la mano derecha recorrió el brazo derecho de Marco desde el hombro hasta la mano. Se entrelazaron sus dedos. Marco tiró la cabeza hacia atrás y Andrés con la otra mano libre acarició el cuello y deslizó los dedos por el pelo de Marco. Lo ayudó a girarse y se besaron, tan sensualmente que Marco se sintió desfallecer, hubo un juego delicado y suave entre sus lenguas, los labios, la respiración agitada...
Marco deslizó sus manos por la espalda de Andrés, poco a poco fueron desnudándose mutuamente. Sólo se escucha la ropa deslizarse por sus cuerpos, los jadeos de uno y otro, los besos mojados que no pueden dejar de darse.
Uno sobre otro en el sofá, Andrés explora con su aliento, sus labios y manos. Marco cierra los ojos y en el momento que más lo desea siente un placer mayúsculo, se siente saboreado, deleitoso para la boca da Andrés, quien lo recorre arriba y abajo...
Con la voz entrecortada, Marco llega a gemir "por favor... dejame... a mi..."
Andrés deja su deleite y se recuesta en el otro extremo, Marco sobre sus manos y rodillas va hacia su amante y comienza su exploración a la inversa, desde los pies de Andrés, descubre sus texturas, sus formas, sus pausas y puntos. Andrés lo ve hacer, lo disfruta hasta ese instante en que con una mirada atrevida de Marco, sabe que estará por fin en él. Un suspiro y se entrega al placer con los ojos cerrados.
El juego se repartirá en un rato de caricias, besos, descubrimientos y una propuesta:
- Hagámoslo juntos - Andrés ha dado un paso que dejará las cosas en un primer placer, con promesa de volver a hacerlo. Marco está entregado y se excita aún más al comprender que van a seguir, que esto es sólo la primera vez, que Andrés no da más, como él... "Su sabor..." llega a pensar en el momento más grandioso... cuando vuelven a mirarse a los ojos, se mezclan en un beso largo.
Marco se apoya en el pecho de Andrés y tienen ante sí el gran ventanal y más allá... en el patio... el jacarandá.
- Ahora si. - suspira Marco.
- Si, Mark, yo también lo siento. Ahora si.
De «Nacido en Gaza» a «Nacido en Siria»
-
Cuando tomé la decisión el año pasado de ir a Gaza durante la guerra, en
ningún momento llegué a imaginarme que aquel intento de dar voz a sus
víctimas más...
Hace 8 años.
13 comentarios:
Qué buena historia! Romanticismo, sensualidad, emoción a flor de piel en dosis perfectas!
Me llevó a identificarme una vez más al darme cuenta de que pasé por situaciones muy parecidas a lo largo de mi vida.
Gracias, Hada escritora, por celebrar el encuentro de dos hombres a partir del AMOR.
JfT
umnmmmm amiga, quedó el relato de maravillas!!! amiga eres una dulce describiendo el encuentro y el descubrimiento de ese amor tan...inesperado!!! pero que tan bien le siente al protagonista, me encanta que describas el amor tan bien!!! TQM
Ro
Y él que quería casarse con la pija de Bea... mira lo que se habría perdido!!!
Hay buenos vecinos en Villa Bosch por lo que veo. Y tú,jardinera, te vas a hacer amiga pronto!!!
Me ha encantado hadita.
Un beso enorme.
Pues dulce y querida Ana....¿tu piensas que todo terminó aqui? NAAAAAAAA!!!! porfis.....no, tiene que seguir o....¿no?.
Amiga Ancris me equivoqué yo o Ana o.....¿quizás ambas?, que esta pensando esa cabecita......
Besos
Ro
P/D: que quiero saber opiniones....no podemos dejarlo asi...a ver...a ver....
...a ti tambien te llevo impresa para leerte en el trabajo mañana...
..."llevarte impresa", eso me hace reir, no necesito apretar ese botoncito... vas impresa, simplemente...te llevo impresa...
... pero estamos hablando de tus palabras y tus textos, así que te leo, y mañana te comento, ¿va bene?...
...pues eso...
...un besito...
(¿porqué no me lo dijo nadie nunca? ¡soy el maldito rey de los puntos suspensivos!!...)
A todos, gracias por las dulzuras!!!
Si sigue? Pues... veremos qué quieren hacer estos chicos... tal vez me dejen contarles cómo siguieron sus vidas luego de ese encuentro.
Y mi ángel... las imprentas con nosotros ¡pierden plata! en cuanto que sos el rey de los puntos suspensivos... ¿has visto algún texto mío? PUES NO HAY ESCRITO TAN BONITO COMO AQUEL AL QUE SE LE IMPRIME TODO AQUELLO QUE SUGIEREN LOS PUNTOS SUSPENSIVOS...
AMO LOS PUNTOS SUSPENSIVOS... SE PUEDE DECIR TANTO CON ELLOS ... ... ¿NO ES CIERTO?
BESOTES.
A veces tengo la sensación de que pido más y más y no siempre el autor quiere continuar.
Por supuesto que me gustaría que siguieras pero eso es algo que solo tú decides Anita.
Un beso
Cuando lo que lees te hace sentir en la piel lo que los protagonistas hacen... es genial.
Maravilloso, Ana.
amiga!!!! esto tiene de todo: romance, sensualidad, amistad, familia.
He disfrutado mucho este capítulo, por primera vez he sonreido hoy, gracias.
Muy bien Anita, que bello el escuchar decir a Marco: Ahora sí, ahora si estaba listo para recibir el amor de Andrés sin culpas, sin dudas ni remordimientos. Que tú relato destila sensualidad pura niña.
Felicitaciones mi Hada
Estupenda historia y sigo a la espera del siguiente capitulo...
No tardes.
1beso Hada
...bueno amiga, cuanta pasión y cuantos sentimientos... que fácil es de entender el miedo que siente Marco ante lo desconocido, antes las nuevas sensaciones que se despiertan con tanta fuerza en su interior, como me identifico con ese miedo es algo que no te puedo explicar en un solo comentario... me gusta la imagen del Jacaranda de trasfondo para la relación que está comenzando a desarrollarse entre ellos... y me gusta la sensación de que estás perdiendo el control de la historia y que los personajes van cobrando poco vida y actitudes propias. Sigue así, déjate llevar, sé sus labios para que puedan expresarse y sus manos para que puedan acariciarse... como tanto me gusta decir, deja que fluya, que corra y te desborde...
Sensualidad y ternura a partes iguales, enhorabuena por la delicada forma en que te sumerges en la piel de Marco.
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