PALABRAS AL SUR DEL MUNDO

Vienen desde el Sur, llegando tímidamente, esperando quedarse en vuestros corazones

Encanto Azul

Encanto Azul
Blog sobre John Barrowman

22 noviembre, 2006

Interludio

Hay historias que jamás comienzan, porque los protagonistas no están destinados a encontrarse.
Hay historias que aunque comienzan, nunca pueden continuar porque los protagonistas se pierden buscándose.
Hay historias que se intuyen, que crecen, pero que de alguna forma, los protagonistas llegan a aceptar que su tiempo aún no ha llegado. Tal vez sigan adelante o quizás se permitan permanecer sutilmente enlazados.
Hay historias que parecen comenzar sin querer, sin pensarse, sin ser buscadas y tan sólo es que los protagonistas al fin se encuentran luego de eones de haberse buscado… claro que ello no lo recuerdan porque todo es perfecto y el tiempo separados es cosa de otras vidas, que ya pasaron.



- ¡Un Jacarandá! – Exclama el paisajista con entusiasmo – Y qué ejemplar, ¡madre mía!
- ... – Marco mira al árbol y mira a su interlocutor... la verdad es que para él es tan sólo un árbol, pero parece que para Andrés es mucho más.
- No entiende mi entusiasmo, ¿no?
- Esteeee... me gustaría decir que sí, pero la verdad que no...
- Esta árbol no es un ejemplar cualquiera, tiene muchísimos años... ¿cuántos años? No se... 40, quizás 50 o más... debe ser uno de los primeros de Villa Bosch... ¿ni idea de quién lo plantó?
- ...
- Bueno... supongo que tal vez en la biblioteca...
- Podría preguntar en la inmobiliaria...
- Hey! Qué buena idea. Los antiguos dueños tal vez sepan.
- Los antiguos dueños bien pudieron haberlo plantado. Eran una pareja de ancianos. Vendieron la casa porque ya no podían vivir solos y la familia los puso en un geriátrico.
- ¡Ay qué mal!
- ¿Por qué? Van a estar bien atendidos...
- Yo no se si dejaría que mis padres terminen en un geriátrico...
Marco mira a Andrés con asombro... él no pensaría dos veces dejar a Mónica en un geriátrico... “¿cómo serán los padres de este tipo para que quiera cuidarlos hasta el final?” Pero Andrés no le permite seguir cabilando
- Tenés… perdón, Ud. tiene una reliquia doctor.
- He, por favor, tuteame ¿si?
- Ok. Y vos llamame Andy, ¿dale?
- Bien.
- ¿Qué pensabas hacer con este árbol? Espero que no sea sacarlo...
- ¿La verdad? No pensé nada en especial... solamente quería saber el nombre.- Marco se acerca al árbol, lo toca, casi diría que lo quiere acariciar... y su pensamiento se pierde en silencio.
- ¿Qué te dice el corazón?
- ¿Mi corazón?
- Ahá
- No sé…
- Vamos Marco, ¿de qué tenés ganas?
Marco finamente cierra los ojos, toca la corteza rugosa del árbol, se estremece – No quiero vender la casa, es… mía… yo la encontré.
- …
Marco abre los ojos y mira los de Andrés, sólo permanece en silencio.
- Entonces… ¿necesitás un paisajista?
- Ja Ja Ja Ja Ja – Marco se sorprende riendo con ganas – parece que si...!

Andy tomó medidas, sacó fotos y se fue con el compromiso de regresar con algunas ideas concretas y así Marco elegiría la que me le guste.

Cuando cerró la puerta, Marco estaba sonriente, miraba todo a su alrededor con los ojos encendidos. Hasta su respiración se había agitado.

Llamó a Lucio y le contó sus planes: no vendería la casa… se iría a vivir allí y se tomaría una semana de vacaciones. Luego le pidió hablar con Mónica para contarle. Lucio se desilusionó de no poder ser él mismo quien pusiera en tema a su mujer, pero Marco fue terminante, quería hablar directamente con su madre. Lucio debió conformarse viendo las expresiones de la esposa y los comentarios “¿cómo vas a dejar la capital?, en la provincia no hay seguridad” “a vos con un departamentito te alcanza ¿para qué querés una casa?” El hijo terminó de escucharla, se despidió y así quedaron las cosas. Nunca iban a ponerse de acuerdo. ¿Qué quería su madre de él? “Estatus” recordó… “tendrá que conformarse con verme vivir aquí”

Al otro día regresó con su coche cargado de algunas pertenencias, y luego llegó una camioneta con un colchón, una mesa y sillas que compró de camino. El colchón lo dejó en la sala de estar. Esa noche se durmió nuevamente mirando el Jacarandá. Ya no se preguntaba por qué le fascinaba, simplemente se dijo “me gusta, qué otra explicación va a tener un árbol”. Y así lo dejó.

Andy regresó como lo había prometido, con tres proyectos diferentes. Hasta que no le explicó el sentido de cada uno, Marco no pudo decidirse. Finalmente tomó el proyecto más ambicioso: construir una piscina, una pérgola y realizar todo el jardín en función del Jacarandá, para destacarlo en sus momentos buenos y desviar la atención a otros sectores del jardín cuando el árbol estuviera en reposo.

Anotó cada especie que le nombró “con las gauras dejamos que la naturaleza se expanda, de forma delicada y etérea. Los lirios le darán contención … y las flores…Las Eugenias con su follaje cobrizo…” La explicación, obviamente fue mucho más larga pero lejos de aburrirse, Marco se mostró muy interesado

Estaban en plena primavera y Andy lo ayudó a encontrar a los mejores constructores, luego se despidieron hasta la finalización de la primer etapa.

Marco continuó durmiendo en la sala de estar hasta que el polvo de la construcción comenzó a flotar en todo el ambiente, tanto de día como de noche. Huyó hacia el cuarto principal, junto con su colchón de dos plazas.

Repartió su tiempo entre el estudio jurídico y la casa, se anotó en un gimnasio de Villa Bosch, pero no hizo muchos conocidos, su atención estaba en la casa. A sus padres los visitó pero no dejó que ellos se acercaran por su centro de mimo y atención… nunca les habló de todo el proyecto, deliberadamente jamás nombró a Andy. Sentía que todo eso quería preservarlo de las críticas de su madre y de las bromas de su padre. Ya verían el resultado cuando acabaran con todo.

Cuando el calor de primavera ya se tornaba de verano Marco llamó a Andy: el trabajo estaba terminado, ya podrían comenzar con el paisajismo… le informó que quería participar del proyecto, había investigado y quería “hacer”… Andy se asombró pero asimismo le entusiasmó la idea. Incluso le dijo que estos trabajos él ya no los hacía personalmente, pero desde que comenzó a diseñarlo sintió deseos de encargarse en detalle. Así que comprendía los deseos de Marco.

A las 6 de la mañana Andy llegó con su equipo de trabajo, pero sin operarios. Enseguida comenzaron con el diseño de los canteros, luego vendría el punteo de la tierra, después desmalezar, luego la resiembra de césped… más tarde las plantas, etc. etc. etc.

Ambos hombres trabajaron duro, el abogado se iba al comenzar los horarios comerciales y regresaba apenas pasado el mediodía, siempre con comida para compartir. Comían al pie del jacarandá, que aunque aún no estaba con todos su follaje, les daba suficiente sombra para cubrirlos del abrasador sol del casi verano. Marco estaba fascinado de comer sobre las flores del jacarandá que tapizaban todo alrededor del gran árbol; éste, poco a poco iba dejando la floración atrás, para comenzar a brotar en hojas y ramas nuevas, además de los consabidos frutos, unas chauchas redondas cargadas de semillas que se agitaban dentro.

Cuando el viernes al atardecer ya se estaban despidiendo, Andy recibió una llamada en el celular. Le pedían ir hasta San Bernardo, una de las playas de la costa atlántica, para diseñar un parque a un restaurante frente al mar.

Marco aunque se esforzó por no parecer contrariado, se sintió fastidioso de no poder aprovechar el único día que iban a poder trabajar todo el tiempo codo a codo. Pero asimismo Andy le dejó muchas cosas que bien podía hacer solo.

A la medianoche, Marco no dejaba de dar vueltas y vueltas por los canales del cable haciendo un zapping dañino, pasando una y otra vez por los 80 canales. Estaba enfurruñado y molesto y aún más molesto por sentirse molesto.

Sonó el teléfono.

- ¡Hey Marck!
- ¿Andy?
- Si… mirá, estuve pensando que… el trabajo en tu casa puede esperar un par de días más… ¿no querés acompañarme hasta San Bernardo?
- ...
- Salgo en una hora para llegar al amanecer y así aprovechar el tiempo. Cuando termine podríamos ir a la playa y pasar la noche en la casa de la gente que me contrata, sé que tienen lugar de sobra… ¿Mark?
- Si…
- ¿Si?
- Si, ¡dale! Vamos.
- Ok, en una hora paso por tu casa. ¡Traete el traje de baño!

Marco no se dio cuenta en qué momento su cara se iluminó con una sonrisa, una sonrisa que le hizo doler las mejillas… lo que sí recordó fue haberla tenido el primer día, luego de haber conocido a Andy. Pero no tuvo tiempo de pensar mucho más, tenía que prepararse para un viajecito a la playa.

10 comentarios:

Ana dijo...

Seguí, seguí, seguí... jajaja
En serio Anita no tardes. Un beso.

pon dijo...

El jacarandá es un árbol precioso que posee una madera muy usada en enanistería. Se llama también palisandro. Es de alma marrón rosado casi violáceo y vetas pardo oscuro, se trabaja muy bien, es dura y al barniz saca un brillo sedoso y elegante. Hoy dia se utiliza para recubrir, pero antiguamente se hacían muebles de palisandro macizo, que están muy buscados por la belleza de la madera.
Restaurar y trabajar el palisandro es una gozada, responde a los cuidados y te devuelve los mimos.
Y las flores son preciosas.

Dalia dijo...

qué emoción!!!!!!!

estoy encantada con que siguieras con la historia Ana, es muy linda, tierna, sincera...

Ay por favor no te tardes mucho en continuarla ¿si mi linda amiga?

gracias y besos para ti.

Ana desde el Sur del Mundo dijo...

Que no me voy a tardar gente amiga, YA ESTOY ESCRIBIENDO LA CONTINUACION... no quería largar todo el rollo de una que luego se me iban a endulzar demasiado. Esta vez sí que la sigo pronto...
Es como dijo el ángel por allí, el tiempo se escapa tan rápido... en el norte las noches se alargan, aquí son los días los que duran más, pero también son más las ocupaciones y las responsabilidades... pero no importa... vale la pena no dormir un par de noches, lo digo de corazón, para dejarles estas palabras desde el sur del mundo.
Los quiero mucho!!!
Hasta bien pronto ¿un par de días..? yo no lo descartaría...

Amiga Pon... cómo se nota que tenés al ebanista en casa!!! Gracias por los conocimientos... una vez más, la sabiduría desde Madrid... eso si, nuestro Jacarandá no tiene el destino de mobilidario, ja ja ja!!!

Y el viaje transcurrió...

Anónimo dijo...

tic-tac-tic-tac, que el reloj no espera amiga...anda apurate y danos otra dosis!!! porfiss.....porfis....pinta muy buena la historia de Marc y Andy, me encantan...Te felicito, te has pasado de dulce.....almuerzos debajo del jacarandá ¡que envidiaaa!!!


Ro

Anónimo dijo...

Cada vez vas logrando ir intrigandonos mas y mas por los los derroteros que irá tomando esta historia.
así que de momento seguiremos en Standby

Anónimo dijo...

El romanticismo brota por donde mires esta historia, me encanta...
Aquí estamos Ana, ansiosos.

JfT

pon dijo...

Bueno, ´más bien restauramos muebles los dos, así además contribuimos a no talar árboles. El palisandro es una madera bellísima, la veo allí al fondo de tu historia, y huele muy bien.

Rosa dijo...

Que bella historia se va tejiendo alrededor de un árbol. Una desilusión unió dos personas, una sonrisa se pinta en el rostro de nuestro protagonista.
Que bueno que haya decidido por sí mismo, pese a las reprimendas de su madre. Nadie sabe lo que puede aguardarle en ese viaje a San Bernardo, ojala sea la felicidad, pero esta vez, la verdadera felicidad.

No quisiera pedirte que te desveles, pero la historia esta tan linda... una nochecita ¿sí?.

Un beso

Anónimo dijo...

A la espera del siguiente capitulo,pues esta historia ya no hay quien la suelte...
1besote

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