PALABRAS AL SUR DEL MUNDO

Vienen desde el Sur, llegando tímidamente, esperando quedarse en vuestros corazones

Encanto Azul

Encanto Azul
Blog sobre John Barrowman

30 abril, 2006

Palabras para una Rosa


Doscientos doce días desde que se escapó tu risa… tu suave piel, tu cabello cano, tus uñas cuidadas, tu mirada determinada… todo se ha ido con vos.

El tiempo ha curado el llanto y la memoria traicionera me ha llenado de retazos dispares de lo que sé que sucedió, pero sin el sabor de lo concreto y real: y así duele menos tu recuerdo.

Te pensé como cada día lo hago, a veces con el impulso de llamarte y contarte cosas cotidianas, en ocasiones pensando en compartir una alegría, una noticia, una idea… y además de recordarme una vez más que ya no es posible, caí en la cuenta de que hoy es treinta, como el día que partiste.

Se que esto era mejor que estar como estabas… pero aún así hubiera querido que te quedaras un ratito más.

Las plantas de mi jardín, esas que comencé a cultivar la última tarde compartida, están a pleno: la salvia pincelada de intensidad carmín, la menta invadiendo con sus brazos, aromando al tacto cada caricia, la lavanda aspirando llegar al cielo con más y más flores… todo ha crecido, evolucionado, cambiado… y no estás aquí para que tomada de tu brazo me digas lo bien que lo estoy haciendo…

Esa tarde había un sol de otoño como el que me abriga mientras escribo estas líneas, estabas sentada en el sillón del jardín, comenzabas a estar fatigada. Nunca sospechamos que esa sería la última ocasión… ¿qué hubiera cambiado de haberlo sabido? Nada, supongo… ahora es muy dulce revivirlo al sentarme aquí… hasta parece haber sido el mejor comienzo del final.

Si antes lo había hecho, a partir de ese momento te dije aún más, cada día, que te quería; te acaricié hasta la última oportunidad, te hablé lo más entera que pude hasta cuando lo que te rodeaba me horrorizaba. Te despedí y envié con el amor de tu vida que tanto anhelabas volver a encontrar… Eso hice y eso volvería hacer, aunque me doliera tanto otra vez.

Y te extraño, extraño tu risa, tu aprobación y tu desaprobación, tus sugerencias, tus historias, tus recuerdos…

¿Te gustará lo que estoy haciendo? ¿Estarás orgullosa de mi? Los jardines, mi familia, las palabras que estoy sacando desde el fondo de mi alma… Tu ausencia sigue doliendo, pero al estar haciendo todo desde el corazón y sentirme bien con ello, me consuela pensar que así tal vez estoy llenando tus sueños para mi.

28 abril, 2006

Camino, salto, vuelo...


Caminé casi veinte años hacia ti y cuando te hallé, aún tuve que escalarte, treparme a la arena de tu voz, derrapando, cayéndome y otra vez subiendo.
Y llegué a la cima: alcancé tu sonrisa y fuimos paz, me embriagué de ti y ya juntos nos dejamos caer, planeando en el viento de la montaña, ajenos al pasado y al futuro.
Fuimos Ennis más Jack.
La ausencia del aire cálido nos bajó en picada y aterrizamos, por la fuerza, en el llano.
Perdí tu huella, pero No mi Norte: Yo te volvería a encontrar.
Anegado en al sombra, nadé hacia ti, buscándote, mi isla, mi salvación.
No tuve que escalarte nuevamente, sólo bastaba con saltar y en el espacio del vuelo volvía a encontrarte: leve, casi imperceptible, lo suficiente para desear seguir volando.
Pasé así veinte años de vuelo en vuelo y cuando esperaba un nuevo salto me arrojaron sobre rocas escarpadas: sólo contigo un salto era vuelo.
Caí Ennis y en el llano me han abandonado, nadie me deja volver a la cima. Sólo me quedan para ti, las gotas de mi sangre mezcladas con la tuya... encuéntrame y sigamos volando en tus sueños hasta que me alcances en nuestro cielo.

27 abril, 2006

COLORES



GRIS
El cielo en la mañana que llegaba conmigo al lugar señalado y a la hora más que indicada. Puntual, sin apuro, desapareciendo como las cenizas de mi vida hasta ese día.

AZUL
El cielo, tu camisa, tus ojos. Fotografías permanentes del primer recuerdo, souvenir que quedó en mis retinas al ver tu mirada bajo el ala del Resistol.

BLANCO
Las ovejas: nubes del verano en la montaña.

AMARILLO/ORO:
Fuego, Whisky, el ocaso, sudor. Dolor de cabeza

AMBAR
Tu piel, mis besos sobre tu pecho:- Está bien, tranquilo, está bien.

BLANCO
La nieve traicionera, imprudentemente impuntual.

ROJO
Volver. No!
Adiós. No!
¿Qué haré?
Sangre. Te Odio.
No me dejes ir.
Mátame de una vez.

GRIS
Morí nuevamente, volví a ser cenizas.
Nadie me verá renacer.
Te has ido, te dejé partir.
Es lo mejor, esto es lo que debo ser.

NEGRO
Igual, todo igual.
¿Pensarás en mi como yo pienso en ti?

NEGRO SOBRE GRIS - ROJO
Una postal. Renazco. Vuelvo: VUELVES.

AMBAR - AZUL
Estás en mi y te quedarás en mi. No importará la distancia, siempre seré tuyo, estaré sumergido en tus ojos, ahogándome sin pedir socorro.Seré feliz un poco.

GRIS
Tu ausencia.

AZUL
Tu compañía.

ACERO
Alambrada rota. Frontera traspuesta.
Te odio! ¿Cómo has podido ir...?

GRIS
Lágrimas, no se quien soy, perdóname. Yo te perdono.
Vuelve.

ROJO
Fallecido.

GRIS
Cenizas. Tú y yo. Cenizas. Ambos. Tú allá, yo aquí. Sólo Cenizas.

AZUL SOBRE BLANCO
Tu camisa y la mía.

ROJO
Mi sangre. Seca.

GRIS
Cenizas. Ahora espero. No volverás, esta vez iré yo.

La Señora Twist




La Sra. Twist entró al closet del cuarto de Jack a guardar ropa recién lavada y planchada. Como muchas veces durante el último año, se acercó al rincón escondido donde pendían de un clavo dos camisas sucias, rotas y manchadas de sangre. Pasó suavemente la mano sobre el extremo más cercano...
Jack subió parcimoniosamente la escalera.
Cuando un año antes su hijo al despedirse le susurró al oido “están sucias, rotas y manchadas, pero por favor no las arregles”, ella no comprendió de qué habló y tampoco le dio tiempo a preguntarle: Jack se escapó de sus brazos, subió a su camioneta y las ruedas derraparon en la gravilla.
Jack llegó al cuarto y vio su closet abierto.
La Sra. Twist había recorrido en silencio cada rincón por donde había estado su hijo en aquella oportunidad y finalmente las halló allí, escondidas. Desde ese momento, siempre que estaba ahí, su corazón palpitaba con fuerza. Había un secreto y su hijo lo compartía con ella.
Jack se asomó al closet y vio a su madre sosteniendo el puño de las camisas.
Las había llevado cuando al casarse con Lureen temió que al verlas, ella le hiciera preguntas (que las iba a hacer) o que las tirara sin decirle nada (que también podría suceder).
Jack miró a su madre y recordó que le había traído fotos de Bobby, que le había dado la alegría de saberse abuela... ¿cómo se suponía que ahora le dijera que lo que sostenía en su mano era la prenda de su amor por un hombre? Un hombre que no veía desde hacía 4 años, que lo había buscado por todas partes y que ahora había encontrado... ¿Cómo le explicaba que temía ver a ese hombre por no saber si iba a ser rechazado, por no saber si Brokeback Mountain había sido sólo importante para él? ¿Cómo le decía a su madre el nombre de ese hombre cuando mil veces lo había pronunciado llamándolo amigo, un viejo amigo, el mejor de los amigos?
Se nublaron sus ojos, se desbordaban casi en mil lágrimas, ahí en la puerta del closet, viendo los ojos de su madre quien lo miraba atenta, con esa mirada sabia, dulce y ancestral que siempre lo hacía sentir dentro de un mundo perfecto.
Y Jack cayó de rodillas y se abrazó al regazo de esa mujer.
- Ennis Del Mar.
No fueron los labios de Jack los que pronunciaron ese nombre. La Sra. Twist lo dijo. Y los ojos de Jack se aclararon, pero su voz siempre chispeante, sonó apenas audible:
- Si, Ennis del Mar.
Jack sacó de su bolsillo una postal con el dibujo de unas montañas. La Sra. Twist leyó: “Amigo, hace mucho que debí escribirte. Supe que estás en Riverton, pasaré por allí el 24. Mandame una línea para saber si estás ahí”.
Las manos de la Sra. Twist acariciaron los cabellos de Jack, no ordenaban sus leves rizos, sólo eran una tierna caricia... Jack extrañó desde sus entrañas a Ennis, esa ternura.
- Debo intentarlo Ma´, tengo que arriesgarme.
La amable señora, con delicadeza le devolvió la postal y lo ayudó a ponerse de pie.
- Cuidaré de tus camisas Jack.
Jack besó la frente de su madre, tomó el morral con sus cosas y bajó los escalones de dos en dos.
En un instante nuevamente la Sra. Twist escuchó las ruedas derrapando en la gravilla y desde la ventana vio correr por el camino la vieja camioneta de Jack.
Volvió al closet, tomó las camisas, las abrazó, las acercó a su nariz y una energía poderosa invadió sus sentidos. Un recuerdo se incorporó a su memoria, aunque no sabía qué era lo que recordaba, ni cómo podía hacerlo, sólo supo que en ese recuerdo su hijo había sido feliz.

Bienvenidos al Sur


Sean Bienvenidos.
Los estaba esperando.
No he hecho más que demorarme, planeando sobre Nuestras Montañas.
Pero ya he llegado otra vez a mi Sur querido y desde aquí volcaré mi corazón en palabras.
Disfruten su estancia y regresen siempre: aquí está mi mano extendida para recorrer otro nuevo sendero bajando desde Brokeback Mountain.

Un Hada Azul

"Gossamer Moondancer"
Mensajera bailarina de la luna... con alas azules

Al Otro Lado del Río...

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Río de La Plata desde Montevideo

El Sauce en el Río Color de León

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Delta de "El Tigre" - 10/03/2007

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